Esto ocurre por dos motivos; en primer lugar, por el tipo de fachada. Un edificio de finales del siglo XX, con una fachada de muro cortina con ventanas no practicables, no resulta lo más adecuado, ni por imagen ni por ventilación, para una vivienda, por lo que requerirá de un cambio drástico en la misma. En cambio, un edificio más antiguo, probablemente con elementos de ladrillo o piedra, y ventanas practicables, probablemente solo requerirá de mejoras en las carpinterías y los vidrios para adecuarse a los requerimientos energéticos y de iluminación actuales.
Por otra parte, los edificios de oficinas de principios de siglo tenían una anchura de crujías entre fachadas menor que los edificios más modernos ya que, con la incorporación de los sistemas de ventilación y aire acondicionado, y la mejora en los sistemas de iluminación, se pudo separar más los puestos de trabajo de las fachadas, y por tanto realizar edificios más profundos.
Esa mayor profundidad que resulta aceptable para el uso de oficinas, pero no lo es para el uso residencial, que requiere de iluminación y ventilación, idealmente cruzada a dos fachadas, para dar servicio a todas las estancias de la vivienda.
Ello lleva en la mayoría de los casos a la necesidad de abrir patios interiores en el edificio, lo que supone a su vez dos dificultades añadidas; el problema estructural para la apertura de estos huecos en el sistema estructural existente del edificio, y la posibilidad de recuperación de la edificabilidad perdida por la apertura de los patios.
Por ejemplo en el edificio 180 Water Street de New York citado anteriormente, la superficie de los patios interiores abiertos en los 23 pisos del edificio se recuperó añadiendo una planta ático al edificio, con los apartamentos más valorados comercialmente.

Asimismo, en cuanto a las sobrecargas de uso, no habría grandes cambios a no ser de contar con un edificio con cierta antigüedad, en ese caso contaríamos con las restricciones actuales para tener en cuenta.
Otros elementos para considerar, menores en complejidad técnica pero que también tienen una influencia importante en el coste de la intervención, es la necesidad de llevar ciertas instalaciones, fundamentalmente fontanería y saneamiento, a muchos más puntos en una planta típica residencial que en la del edificio existente de oficinas, y también la necesidad probablemente de reconfigurar el núcleo de ascensores, reduciendo el número de unidades.