Llevas casi dos décadas como socio de inmobiliario del bufete Uría Menéndez, donde asesoras en algunas de las operaciones más relevantes del mercado, entonces y ahora. ¿Cómo ha sido la evolución del sector en estos 20 años en los que hemos vivido varias crisis financieras?

Llevo 25 años trabajando en asuntos inmobiliarios en Uría Menéndez y he vivido muchos cambios de tendencias. Cuando inicié mi carrera en 1999, el foco estaba en la inversión en grandes centros comerciales y parques empresariales. Aparecieron inversores internacionales que sofisticaron mucho el mercado, incluso a nivel jurídico. Después llegó la crisis de las “subprimes”, con refinanciaciones, concursos y situaciones complicadas para nuestros clientes. A partir de 2012, la creación de Sareb permitió analizar nuevas oportunidades.  De 2013 al 2020 el mercado se recuperó con el nacimiento de  grandes socimis. El COVID cambió todo, aumentando la importancia de la logística, los data centers y la vivienda residencial. Actualmente, las oficinas y  locales comerciales están en transformación, con la sostenibilidad como tema central.

Expertos tanto en leyes como en mercado, son una pieza clave en el cierre de las operaciones, y más en un momento de incertidumbre como el actual, erigiéndose, más si cabe, como socio de confianza para sus clientes. ¿Cómo ha evolucionado la figura del abogado en tu sector desde que empezaste hasta ahora? ¿y cómo cree que seguirá evolucionando?

Apostaría porque ahora estamos volviendo a la figura del abogado como “consejero de confianza”, que ya existía cuando arranqué mi carrera en los años noventa. Creo que los buenos abogados, por supuesto, deben tener muy buenos conocimientos jurídicos, pero eso ya no marca la diferencia. También deben conocer el sector en el que sus clientes desarrollan su actividad, tener criterio y opinión, sacarle provecho a su experiencia para anticipar problemas y buscar soluciones, y deben querer estar muy cerca de las inquietudes y preocupaciones de sus clientes. En los últimos años, la figura del abogado había girado peligrosamente hacia la de un “prestador de servicios”.

Después de un periodo de incertidumbre en el plano macroeconómico, y con un escenario geopolítico que sigue y seguirá siendo complejo, ¿cómo ves el presente y futuro del sector?

Realmente, creo que tenemos la suerte de que España es un gran país, con mucho potencial para la inversión inmobiliaria. No valoramos lo suficiente que existen muchas grandes ciudades que son atractivas para la inversión residencial, terciaria o industrial. Somos, probablemente, el primer país de Europa en grandes ciudades, algunas de ellas muy punteras, como Madrid o Barcelona, y otras muy de moda, como Málaga o Valencia. Y, por supuesto, tenemos el turismo, que atrae mucha inversión en las costas y las islas.

Estamos viviendo grandes macrotendencias, como el envejecimiento de la población, la mayor movilidad o la digitalización, que están acelerando los cambios en algunos sectores. Escribía usted hace un tiempo sobre el crecimiento del sector de las ciencias de la vida, por ejemplo. ¿Dónde estarán las grandes oportunidades en el futuro?

El sector inmobiliario evoluciona para cubrir las necesidades que van surgiendo en la sociedad. Hoy, hay mucho interés por inmuebles asociados al mundo de la educación o la investigación, pero yo apuesto por la salud como una de las principales áreas de desarrollo futuro. Harán falta más residencias, más hospitales, más “senior living”. También brillan los data centers, por las necesidades de alojamiento de datos que ha creado la innovación digital. A nivel residencial, van surgiendo inmuebles que se adaptan a nuevos modelos de vida, como por ejemplo las viviendas destinadas a personas solas que quieren vivir en comunidad y que empiezan a tener éxito. Un tema que va a ser algo novedoso será la proliferación de grandes inversores o fondos que sólo quieran invertir en lo que se llama “impact real estate”.

Estamos en una nueva década de transformación del parque inmobiliario, con menor número de operaciones y menores volúmenes de inversión, aunque habrá grandes oportunidades para quienes las sepan aprovechar, adentrándonos en la era de la “cualificación del metro cuadrado”. ¿Estáis observando este cambio de tendencia hacia la gestión activa y generación de valor en los activos?

Para que los inmuebles se transformen y puedan destinarse a los usos que quiere la sociedad es clave que las administraciones faciliten y agilicen los cambios de uso. Estamos colaborando muy activa y proactivamente con distintas administraciones para limitar la burocracia e impulsar iniciativas que permitan que los inmuebles no pierdan valor y se adapten a los usos que realmente requiere la sociedad actualmente.

Centrándonos en tu extensa trayectoria en el sector, ¿nos puedes contar alguna operación en la que hayas participado que recuerdes con especial ilusión? ¿y alguna anécdota que haya marcado tu carrera profesional?

Tengo un cariño muy especial a una operación en la que trabajé con CBRE en 2013, asesorando conjuntamente a unos clientes mexicanos que compraron un portfolio de sucursales alquiladas a una entidad bancaria y que, de alguna forma, marcó para mí la vuelta de las grandes operaciones después de la crisis. Otra fue Neinor, la compra de la salida a bolsa, tres años de intenso trabajo que permitió ver cómo un fondo tomaba el control de una promotora con mucha historia y le daba la vuelta a la empresa para lograr atraer a los inversores más sofisticados. Anécdotas hay muchas, pero yo me quedo con las ocasiones en las que me he sentido útil aportando soluciones para  desbloquear negociaciones.

¿Qué es lo que te apasiona de este sector para haber decidido desarrollar toda tu carrera profesional vinculado a él?

No lo sé explicar muy bien, pero adoro el mundo inmobiliario. Estudio mucho. Leo mil publicaciones, no solo jurídicas. Sigo lo que hace casi todo el mundo, incluida mi competencia. Me encanta hablar con expertos como vosotros. Es como un vicio, pero me encantada formar parte de este sector y vivirlo de cerca. Y creo que el que me guste tanto me ayuda a ser mejor profesional y dar un mejor asesoramiento a mis clientes.

¿Cómo valoras el rol de empresas como CBRE en el desarrollo del sector?

Sois fundamentales por vuestra independencia, autonomía y calidad de vuestros servicios. Como sabéis, soy secretario de la Asociación de Consultaras Inmobiliarias (ACI) y veo muy de cerca el buen trabajo que hacéis. Habéis aportado mucho talento y esfuerzo para dotar de seriedad, rigor y sofisticación a un mundo que ha vivido demasiado acostumbrado a vaivenes jurídicos y económicos. Habéis sido capaces de mantener, e incluso elevar en todo momento, principios ciertamente fundamentales que nos son tan cercanos como la independencia, la ética, el respeto, la honestidad y la decencia. Esto os ha hecho muy grandes y por ello, podéis presumir orgullosos.